Durante 3 meses del año 2019 desarrolle una residencia artística a caballo entre Tokyo y Yokohama.
Dedique una buena parte del tiempo a investigar como han desarrollado en el contexto de Japón los homenajes y conmemoraciones a las personas que parecían merecerlo. Buscado la comparativa sobre lo que aquí llamamos monumentos, me centraba en la búsqueda de otras posibilidades, las cuales, ansiaba que fuesen muy diferentes y distintas por la distancia geográfica y cultural. Antes de la apertura del Japón cerrado en la era Meiji (a partir de 1968), Japón comienza a importar y exportar costumbres, tradiciones, modos de hacer, investigación, industria... unificando globalmente muchas estrategias vinculadas al capital y la manera de construir relatos. Desde otro prisma, desarrolle una serie de dibujos y murales en los cuales buscaba un punto intermedio de una figura de origami, donde no se supiese que forma final pudiese tener pero en un punto en el que el aspecto esculturico ya se entendiese de manera directa. Realice un pequeño archivo de monumentos de todo el mundo en el que el origami era una referencia. Y comencé a plantear estas formas, creadas con tinta china y cemento como una suerte de bocetos de monumentos basados en papeles cotidianos.